• Una exposición recoge el trabajo ya desaparecido de los artesanos alpargateros del municipio a principios del siglo pasado
• Un documento publicado en el Diario La Provincia el 25 de mayo de 1920 muestra la constitución de la primera Sociedad Alpargateril de El Carrizal
• La muestra puede visitarse en el Centro Cultural Federico García Lorca hasta el próximo 22 de julio
Este lunes, 9 de julio, se inauguró la XXIII edición del Festival Internacional de Folklore Villa de Ingenio ‘Muestra Solidaria con los Pueblos’ con la apertura, en la sala Manolo Mherc del Centro Cultural Federico García Lorca, de una de las cinco exposiciones que hasta el día 22 de julio podrán contemplarse en dicho espacio.
Remontándose a documentos de 1920, en donde aparece la constitución de una Sociedad Alpargateril en El Carrizal, la Asociación Peña del Pan ha montado la exposición ‘La alpargata’, que refleja la importancia que este calzado cobró en la sociedad grancanaria así como el proceso de su creación artesanal.
La muestra, incluida en la programación de este evento internacional que organiza la Asociación Cultural Coros y Danzas de Ingenio, reúne todo un trabajo coordinado por Francisco López Monroy, aficionado a estudios etnográficos que ha dedicado tiempo y esfuerzo en recopilar la memoria histórica de los artesanos de Ingenio. De esta manera y hasta la fecha son fundamentales los estudios realizados sobre el batijero, la elaboración artesanal del queso, el estudio de las jaulas, del timple, del cuchillo canario, la laña y, en esta ocasión, la alpargata.
La alpargata ha sido un calzado de uso generalizado durante muchos años en Canarias, muy valorado por su ligereza y comodidad además de por su precio económico. La clase obrera llevaban alpargatas, mientras que el zapato lo calzaban las personas más pudientes.
Sobre la elaboración de la alpargata en Ingenio se ha encontrado hasta el momento un documento, publicado en el Diario La Provincia el 25 de mayo de 1920, de la constitución de la primera ‘Sociedad Alpargateril de El Carrizal’. “Fue una publicidad excepcional en la que se unificaron todos los artesanos alpargateros. Se desconoce cuánto tiempo estuvo en activo esta asociación, pero como noticia es un documento importantísimo”, reconoce Francisco López.
El proceso, según este estudioso de la etnografía, era bastante laborioso. “Lo primero era sacar el hilo de pita majando la hoja de la pitera. Ese hilo se secaba y se iba uniendo a otros hilos para conseguir una mayor consistencia, después se hacía una trenza que tenía que medir al menos tres brazas y media. Posteriormente, esta trenza se cortaba y se hacía una rueda que se cose y que era la suela de la alpargata. Una vez hecha la base, se hacía la solapa con tela d, se cose esa tela al fondo de la alpargata y ya teníamos la alpargata hecha”. El color dependía de las telas que tuviera el artesano, generalmente las mujeres las calzaban blancas y los hombres blancas, azules o negras.
Estas alpargatas, “más baratas que el tabaco”, eran usadas por hombres y mujeres en sus labores de labranza, los aparceros y también los niños. Eran resistentes hasta que se mojaban. “Al ser de pita se estofaban y había que ponerlas al sol, por lo que se hinchaban. Cuando se mojaban dos o tres veces se echaban a perder.” La duración de un par de alpargatas está perfectamente definida en esta frase de la época: “Las alpargatas, 30 días sanas, 30 días de rotas, 30 días esperando por otras”.
Poco a poco los artesanos buscaron materiales más cómodos de trabajar y sustituyeron los hilos de pita por los grandes cabos que los barcos abandonaban en el puerto cuando éstos se vencían. “Los marineros los soltaban en el muelle y muchos eran los alpargateros los que cogían esas sogas, llamadas maroma, para hacer la suela de las alpargatas. De esa manera ya no tenían que trabajar el hilo de pita, sino que directamente ya tenían las grandes trenzas de la soga”, recalca Francisco mientras apunta que la alpargata llegó un momento que evolucionó tanto que se dejó de usar definitivamente la pita. “La suela de la alpargata se cambia por goma negra de coche y se cose a la tela. Era un poco más cara pero también más resistente”.
Las alpargatas tuvieron su protagonismo en Ingenio hasta bien mediado el siglo pasado. “Solo los niños con posibles llevaban zapatos a diario, los demás tenían solamente un par que se usaban para los días de fiesta. Los días laborables lo niños más humildes iban descalzos o con zapatos viejos o raídos, eso sí a la escuela siempre llevaban alpargatas”.
Lamentablemente el trabajo de artesano alpargatero ha desaparecido totalmente. “Se dejó de producir porque se fue imponiendo el zapato sobre la alpargata”, concluye Francisco. “Actualmente es un verdadero reto mantener esta tradición artesanal española. Ahora se traen alpargatas de la península de fondo de lino y es lo que se está usando para las romerías. De hilo de pita ya no hay nadie que las haga en Canarias.”
En esta exposición, que se mantendrá abierta hasta el 22 de julio y que puede visitarse de forma gratuita de 18:00 a 20:00 horas en el Centro Cultural Federico García Lorca, se observa la elaboración artesanal de la alpargata, tanto fotográficamente como en vivo.